Déjate de placeres y dame felicidad

Déjate de placeres y dame felicidad

Déjate de placeres y dame felicidad


“El placer es el bien primero. 
Es el comienzo de toda preferencia y de toda aversión. 
Es la ausencia del dolor en el cuerpo y la inquietud en el alma”
Epicuro

Compramos placer cuando buscamos felicidad. 

Ese es el problema. 

Que nos quedamos en “el bien primero”.

El bien que hace nos hace sentir paz: paz física y paz mental.

Pero apenas dura un instante y al mero estilo de Cartier Bresson, volvemos a salir de nuevo a la búsqueda de ese momento decisivo, de ese instante que nos inunda otra vez de satisfacción y de paz.

Y de eso sabe mucho ese marketing “efímero”, ese marketing que busca abastecerse de aquello que no necesitas para que llegues al clímax y luego dejarte sin un continuo. Sin sentido ni propósito. Sin conexión. Sin felicidad.

Ese marketing que te engancha con nuevas ofertas, nuevas promociones, un sinfín de nuevas oportunidades y un taitantos de “¿Cómo te lo vas a perder?”

Sin embargo, no sé en qué momento de la vida, el marketing saltó la valla de la felicidad para acampar en el campo del placer. 

Y allí se quedó. 

Al menos ese marketing efímero que gran parte de “gurús de la mercadotecnia”  utilizan para hablarte desde sus redes o sus púlpitos a tí, pobre mundano, y que te aseguran un adoctrinamiento para vender más, para generar más ingresos, para …, para en definitiva, hacerte a ¿TI? sí mismo (más rico).

Como sí eso fuera la fórmula de la felicidad.

Por eso tenemos que hacer que vuelva. 

Tenemos que pedirle que vuelva a saltar la valla. 

Volver a leer a Epicuro y entender que el placer buscado no es un placer exacerbado sino moderado y racional. 

Que el placer que realmente merece la pena es aquel que se dirige hacia la felicidad. 

Sí. Porque la felicidad según él, existe y nos completa sin pedir nada más. Porque la felicidad nos satisface y si en algún momento no la tuviéramos debería ser la meta a buscar. 

No el placer. 

La felicidad.

Y el marketing lo sabe. Sabe qué buscas felicidad por eso te la vende. En eslóganes, en campañas, en sonrisas,…

O la destapas, “La chispa de la vida” Destapa la felicidad (Coca-Cola). 

O la compartes, “Me encanta”. Ven a compartir la felicidad (McDonald ‘s).

O las maquillas,  “Porque tú lo vales”. La felicidad es el secreto de la belleza (L’Oréal).

O la creas, “Pasión por la vida”. Renault, creador de felicidad (Renault)

E incluso puedes llegar a comértela, “Alimenta sonrisas”. Danone, el sabor de la felicidad (Danone)

Porque la felicidad no tiene precio ¿o si?

“Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, Mastercard”. 

El precio de la felicidad.

Tenemos que hacer que vuelva.

Tenemos que buscar un Marketing que nos lleve a la verdadera felicidad y se olvide de los placeres cotidianos para satisfacer aquello que realmente buscamos, lo realmente importante, lo que en verdad le hace feliz al yo de hoy y al yo de mañana.

Debemos hacer que vuelva ese marketing que nos hace sentir y emocionar. No sólo gozar.

Lustig, neuroendocrinólogo y profesor emérito de Pediatría en la Universidad UCSF en California, nos explica en sus múltiples estudios que felicidad y placer no son lo mismo y nunca serán lo mismo. Es más, para alcanzar uno u otro se usan neurotransmisores distintos: la dopamina o la serotonina.

La dopamina nos da ese placer, el de aquí y ahora, el que satisface estos deseos mundanos que nos hace sentirnos bien. Pero al igual que el fotógrafo Bresson, sólo fotografía un instante en una sensación agradable pero pasajera, que nos engancha y nos exige pedir y conseguir más y más. Cual adicto.

La serotonina, en cambio, nos lleva a una felicidad no esclavizada por ese segundo sino pegada a tu vida  y haciéndote sentir bien de manera estable por mucho más tiempo. Es esa felicidad la que alcanzas cuando equilibras lo que tienes con lo que quieres.

¿Alguna vez te has sentido ansioso por tener algo en tu vida? Eso es dopamina.

¿Alguna vez te has sentido en calma teniendo algo de tu vida? Eso es serotonina.

Tanto para Lustig como para mí, felicidad y placer son dos conceptos opuestos, antagónicos.

Adicción frente a equilibrio.

Por eso debemos caminar en la senda de un marketing equilibrado, continuo, que dé a nuestros clientes aquello que realmente necesitan y que construya una relación fuerte y en sentido ascendente. 

Aporta beneficios. 

Da soluciones. 

Conecta con su necesidad.

Nosotros, los que amamos el marketing debemos ser responsables o, a la corta o a la larga, seremos tan poco creíbles como esta imagen de la IA.

Tenemos que hacer que vuelva.

Que tu trabajo no los haga gozar. 

Hazlos felices.

Valado dixit.

Déjate de placer y dame felicidad

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